Medellín, octubre 13 de 2009

Esta tarde, mientras atendía una llamada telefónica de su esposo, la señora Emilsen Acuña vio a su hijo Pablo, de 5 años, salir de la cocina con lo que pensó que era un biberón en desuso. “Y este dónde encontraría ese tetero”, le dijo a su marido, Pablo Antonio Arango. 5 minutos después, y alarmada por el “silencio tan sospechoso”, la señora acudió a la habitación del pequeño sin soltar el teléfono: “¡Ay amor, si vieras el daño que hizo el niño!”, exclamó entonces, a propósito de lo cual el señor Arango declaró: “Me imaginé lo peor: ¡Como es de plaga ese muchacho!”*. Según Emilsen, lo que encontró fue a su hijito embadurnando con miel de abejas toda su colección de carritos de juguete: “¡Ay amor, les vació todo el tarro!”, se lamentó, y agregó luego: “Y si viera la rabia que me dio cuando a mi esposó lo cogió el ataque de risa!”. Cuando finalmente logró calmarse, Pablo Antonio le preguntó: “¿Se acuerda mi amor que el sábado estuve haciéndole mecánica a la camioneta? Pues vea: cómo habrá puesto de cuidado el niño que ya le está echando aceite a las ruedas de los carritos de’l”. (Informó: A-Pin)
*La semana pasada, este mismo niño protagonizó lo que se conoció como “El escándalo del dibujo de los Tres Cerditos”