Medellín, diciembre 12 de 2009
Esta mañana, mientras Ángela Mora, estilista de 23 años, esperaba en la Clínica Oftalmológica de Bogotá a que llegara el doctor Luis Montoya para programarle un trasplante de córnea, oyó que la secretaria, al teléfono, decía alarmada: “¡No puede ser! ¿Se le desprendió otra vez la retina?”. Ángela no sospechó que el afectado era su propio cirujano: “¡Yo qué iba a pensar eso!, y menos con esos ojos tan bonitos que tiene”. La secretaria, Ligia Hoyos, 35 años, dijo a los tres pacientes que “por motivos de fuerza mayor” el doctor no podría atenderlos y procedió a reasignar las citas. “Es la segunda vez que le pasa, pobrecito, con todas las cirugías que tenía pendientes y ahora lo van a tener que operar a él”, dijo a A-Pin Ligia Hoyos, quien se negó a dar más declaraciones por desconocer los detalles del desprendimiento. Ángela salió triste del consultorio: “Estoy pensando pedir un préstamo y operarme particular. Qué pena pero ya me da miedo abrirle el ojo al oftalmólogo del seguro”. (Para A-Pin, informó Claudia Arroyave Villa «Koleia»)
Este reporte ocupó el tercer lugar en el Primer Premio Gran Pinocho de Microficción Periodística.
Los medicos tambien se mueren!