París (A-Pin). Este mediodía, el filósofo Stephan Marquet abrió su nevera y no encontró un viejo trozo de camembert que pensaba liquidar en el almuerzo. “Oh mierda, qué pasa”, dijo, levantando una botella de vino de la mesa. “Quiero tener ese queso en mi boca ya mismo”, gruñó el habitante de Montmartre. Por su parte, el estudiante colombiano Luis Mesa, huésped de Marquet hace un mes, le confesó a A-Pin que lanzó el queso a la basura de “buena voluntad”: “Es que ese olor a podrido impregna los alimentos”.

Noticia producida originalmente para el portal francés Worbz. Lea la versión gala AQUÍ.