Medellín (A-Pin) Anoche, cuando ingresaba cantando al baño principal de la casa de su abuelo, la niña Valentina Vélez, de 4 años, rompió en llanto al comprobar que acababa de pisar una caca de perro con su pie descalzo. “Pensé que se había dado un golpe, pero cuando corrí a ver la encontré mirándose el piecito, aterrorizada”, relató su padre, Javier Vélez. El incidente generó una fuerte discusión familiar: “Si el perro se hizo aquí en la casa fue porque lo empetacaron* de sobras: no voy a limpiar una sola baldosa”, argumentó Pablo Vélez, amo de Pony, un cachorro de beagle. “¡No lo sacan en toda la tarde, y ahora la culpa va a ser mía!”, se defendió a su vez Dolores Bustillo, madre de Pablo, acusada de sobrealimentar el animal y no limitarse a darle concentrado. Tras una inspección, en la que se determinó la presencia de lentejas en el “regalo” de Pony, la señora Bustillo aceptó a regañadientes limpiar el lugar. “Si le vuelven a dar sobras, le buscamos otro dueño”, sentenció Alberto Vélez, jefe del hogar, mientras terminaba de limpiar a su nieta, con quien fue imposible hablar pues seguía inconsolable.

*Empetacar, empetacarse: tratar un estómago como una maleta omnipotente o como una petaca insaciable.