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Ramos Mejía, La Matanza, Gran Buenos Aires (A-Pin). Después de un vendaval que levantó techos y tumbó ramas de varios árboles, los señores Javier Ruiz y Nicolás Saavedra recogieron una veintena de pelotas que terminaron en la calle luego de que los fuertes vientos volcaran una máquina dispensadora de peluches. «La vidriera del carrito se quebró y todas las pelotitas salieron rodando en medio de la lluvia», declaró Ruiz. A-Pin conoció que las pelotas, de colores amarillo, azul, rojo y verde, ayudaban a que los diferentes muñecos quedaran inmóviles. «Así quedan en un solo punto y el cliente puede manejar con mayor presición las tenazas», explicó Saavedra, empleado del local perjudicado. Se pudo establecer que los afectados demoraron unos diez minutos reuniendo todas las pelotas. «Aún estaba cayendo agua y Nicolás salía para juntarlas todas cerca de la vereda*», añadió Ruiz, quien en la foto aparece con una bolsa en sus manos.

*Acera, andén. En el Gran Buenos Aires están llenas, por lo general, de cacas de perro.