Le hacen velorio a libro descuadernado

(Medellín, A-Pin) Unas cuarenta personas asistieron la semana pasada al velorio de un libro descuadernado en el Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla – La Quintana. El volumen, que respondía al nombre de ‘Objetivo Vuelo’, había sido encontrado malherido el sábado anterior en un rincón de la Biblioteca, y su crítica situación no pudo ser remediada por el departamento de encuadernación.

Las honras fúnebres fueron promovidas por la bibliotecóloga Luz Mariza Velásquez y la gestora cultural Diana Osorio, y se llevaron a cabo en el corredor principal del Parque.

Al duelo se sumaron -además de los familiares y amigos más cercanos de la víctima- algunos estudiantes de la Institución Educativa San Vicente de Paul, todos los contratistas del Parque, los empleados de vigilancia y los encargados del aseo.

A manera de ataúd se usó una caja negra en la que comúnmente se conservan implementos de oficina, y durante la ceremonia se ofrendaron flores de papel y se escucharon letanías como estas, pronunciadas en tono adolorido:

-“Por los libros perdidos… ¡Escúchanos lector!”

-“Por los que por nuestra culpa se han rayado, rasgado y roto… ¡Ten compasión de nosotros!”

-“Perdona a los inconscientes… ¡Lector, ten piedad!

-“Tomás Carrasquilla, William Shakespeare, García Márquez, Cortázar, Amalia Lú… ¡Rogad, por nosotros!”

La investigación adelantada reveló que el libro había sido publicado en 1983 y donado a la colección general por la señora Merceditas Isaza, vecina del barrio López de Mesa, en 2009.

Adicionalmente, se logró determinar que el atentado bibliográfico fue cometido cuando el personal encargado de la Sala General de la biblioteca andaba distraído de sus obligaciones.

La señorita Dayana Cuartas* fue quien al final de la tarde –después de sus veinte minutos de refrigerio- encontró la pasta de ‘Objetivo Vuelo’ separada de su contenido, y aunque intentó buscar las páginas desprendidas, el agresor no dejó ni rastro de ellas, por lo que fue imposible revivir el libro.

Por su parte, el señor Eduardo Córdoba –quien al parecer se encontraba presente en la sala en el momento de la tragedia- alegó que “es imposible vigilar de cerca a todos los usuarios”: «Tenemos 32 estantes llenos de libros, y en ocasiones hasta siete u ocho personas leyendo al mismo tiempo. Esto se le sale de las manos a cualquiera”, afirmó.

Otras fuentes consultadas indicaron que además existe un pasillo que comunica este espacio con la Sala Virtual para adultos, una de las más concurridas del Parque Biblioteca. Lo grave es que, eventualmente, algunos de los jóvenes que hacen uso de ese servicio entran a las salas de lectura con el único objetivo de tirarse libros los unos a los otros, o dejar en sus páginas marcas “que no son precisamente las de los buenos lectores”.

Después del velorio la caja regresó a su puesto y la pasta del libro se conserva en la oficina de Luz Mariza, la bibliotecóloga, con la esperanza de que no se repitan otros episodios como este.

(Informó: Equipo del Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla – La Quintana)

*Algunos nombres han sido cambiados para proteger la identidad de las fuentes.