Medellín, marzo 13 de 2009
Tras el suicidio de su gato Ramón en la mañana de ayer, la señora Carolina Flórez -de 78 años, y habitante del piso 15 del edificio Refugio Escondido, en el occidente de Medellín- recibió indignada este mediodía la notificación de una demanda por daños y perjuicios. “Ayer por la tarde estaba regando mis matas, y de pronto vi un objeto que caía detrás de un pajarito desde los pisos superiores. Luego escuché un estruendo, pero como no tenía las gafas no vi nada más”, le contó a A-Pin una vecina que no quiso ser identificada. Minutos más tarde, el señor Armando Correa notó que el techo de su Chevrolet Sprint estaba hundido y con algunas manchas de sangre. “Lo que le exijo a las autoridades es que investiguen qué me dañó el carrito, y que los responsables paguen por el hecho”, afirmó. Otra vecina asegura haber visto a doña Carolina caminando por el parqueadero con una bolsa negra: “tal vez fue ella la que retiró el cuerpo del delito”, dijo. “¿Y a mí quién me paga el gato? Ramón era mi favorito, y si ese carro no hubiera estado ahí, tal vez habría aguantado el golpe”, aseguró molesta la señora Flórez, quien aún conserva 6 de sus 7 felinos. (Para A-Pin, informó Profesora Desesperada)
El gato ya había agotado sus vidas…
La señora no es la única doliente por suicidio de gatos.
En el año 2009 mi gato, que respondía al nombre de «pepe», sufrió un ataque de curiosidad y se lanzó por la ventana del noveno piso. En extraña coincidencia también daño un carro. La sociedad debería preocuparse más por los dolorosos suicidios de los gatos.
Yo pregunto: ¿por qué se suicida un gato? ¿cansado de tantas vidas?
yo sé de una gata que se lanzó del undécimo piso y a pesar de todo sobrevivió.