Medellín, abril 17 de 2009
Anoche, mientras regresaba caminando a su casa después de visitar a su novia en el barrio Conquistadores, el estudiante de geología Camilo Mejía sintió un murmullo que le hizo girar la cabeza hacia una casa oscura. “Fue más un zumbido, algo así como ‘¡z!-¡ej!’… Me asusté porque venía distraído, y además no se veía nada”, contó Mejía, de 19 años. El joven asegura que iba a acelerar el paso, pero escuchó que le pedían ayuda con una voz “como de viejito”. “Era como si alguien muy afónico tratara de gritar. Me acerqué, y ví que en la puerta del garaje había una ventanita abierta”, explicó. “Tuve que alumbrar con el celular, y vi unas manos de viejo al otro lado como desmenuzando alguna cosa en el aire… pero luego me dí cuenta de que estaba sosteniendo una aguja y un hilo. Tenía tremendas gafas culo e’ botella, y me pidió que le ayudara a enhebrar”, relató Mejía. Según él, para llevar a cabo la operación debió caminar hasta un sitio iluminado. “Cuando le entregué la aguja se puso feliz, y soltó un suspiro charrísimo. Nunca se me va a olvidar esto. De esas cosas raras que le pasan a uno”. (Para A-Pin, informó Padre Responsable)