Medellín, abril 27 de 2009
Anoche, mientras departía con sus amigos en una acera del barrio San Joaquín, el estudiante de décimo grado José Camilo Arboleda notó que el número de la casa de su abuela “tenía un toque de sexo y otro de satanismo”. “Me dio por detallar la dirección, y cuando caí en cuenta de que era 66-69 nos cogió un ataque de risa, y fue tanto el escándalo que la abuela salió a preguntar que qué pasaba”, contó Arboleda, de 17 años y aficionado al black metal. Según Nicolás Gómez, amigo del joven, éste le dijo a su abuela que tenía “el diablo encima de la puerta”: “El bobo le explicó que el 666 era el número de la bestia y el 69 un número sexual, pero no alcanzó a decir más porque doña Carola se enojó y se entró para la casa”, añadió. Gloria Valencia, madre de José Camilo, asegura que su mamá la llamó muy compungida: “¡Con lo creyente que es y este pendejo mortificándola!, ahí me dijo que va hablar con el Padre Alberto para que le explique bien eso y le bendiga la casa”, se quejó. Por su parte, doña Carola se ha negado a dar declaraciones hasta no haber hablado con el citado sacerdote.
José Camilo debería aprovechar la nomenclatura y tomarse unas fotos bien «freak» en la puerta. Puede hacerse a un buen montaje escenográfico decorando la entrada con una fresca chunchurria colgante.