Titiribí, Antioquia, junio 6 de 2009

Ayer al mediodía, una mula llamada Carmenza, propiedad de Arcesio Arango, trastabilló mientras bajaba un sendero de piedra. “Ella está acostumbrada a cargar dos sacos de café por viaje, pero si uno le monta más sacos se da cuenta y se hace la mártir”, afirmó el caficultor de 59 años. El efecto sonoro que se produjo cuando una herradura de Carmenza patinó contra las piedras del camino, fue escuchado por Roberto, hijo de Arcesio, quien venía con la recua. “El animal a veces pisa mal y se resbala, pero nunca cae: ese ‘traaasttratá’ se oye siempre que llevamos la cosecha a la máquina despulpadora”, aseguró el joven campesino. Marta Bolívar, esposa de Arcesio, le contó a A-Pin que su marido tiene una relación estrecha con sus mulas: “les habla, las contempla y las regaña todo el día”. Sobre la trastabillada, Don Arcesio insistió en que la bestia lo hace a propósito cuando siente la carga más pesada: “esa Carmencita es cerrera y mañosa, hija de burro barato y yegua pateadora, resabiada y terca como ninguna, yo ya la conozco más que a mi señora”, concluyó, recitando un viejo dicho.