Medellín, julio 16 de 2009

Ayer por la noche, Alberto Arévalo, de 56 años, le protestó a su esposa por la porción de carne que le sirvió en el plato: “A los muchachos les sirve tremendos pedazos, y a mi, que me mato trabajando todo el día, me da el más chiquito, como si a mi no me diera igual o más hambre que a ellos”, se quejó el ingeniero. El hecho ocurrió en el comedor del apartamento, ubicado en el barrio Belén La Mota. “Alberto siempre me hace sentir que hago mal las cosas, yo no me di cuenta de que su pedazo estaba pequeño”, se excusó Lucelly Castro, quien luego afirmó que la diferencia entre los trozos de solomo no era significativa: “Siempre le pido al carnicero que las corte del mismo tamaño”, explicó el ama de casa. Después de la cena, Javier, hijo mayor y estudiante universitario, se refirió al hecho: “Mi papá llega de mal humor y por nada se irrita, además, ¿Cuál es el problema?, Ahí mi mamá le hizo otra carne”, declaró el joven, quien tuvo el apoyo de su hermano Ricardo, de 14 años: “Mi papá por ofuscado no piensa que estamos en etapa de crecimiento”, y añadió: “Grave si no hubiera pa’ comer”. (InfoRmó: A-Pin)