Itagüí, noviembre 11 de 2009

Ángela Suárez, de 35 años, dedicó la tarde de ayer a cortar en trozos un estropajo de 70 cms que compró en la Plaza Mayorista por tres mil pesos. “Es muy bueno así largo porque le saco pedazos para la ducha y el lavaplatos con repuestos y todo”, declaró Ángela, ingeniera desempleada. Aunque a primera vista parecía una actividad de rápida ejecución, la profesional, inexperta en el arte de cortar estropajo, se demoró tres horas según su tía Leticia Olmos: “¡Empezó a las dos y vino a terminar como a las cinco!”. “Es cierto, fue que primero usé unas tijeras escolares, pero a medida que el estropajo se hacía más grueso era más difícil cortarlo”, explicó Suárez mostrando el dedo del corazón y el pulgar maltratados por la fuerza que hizo. “Después usé las tijeras de la carne”, agregó. “Desde el principio le dije que ésas eran mejores pero ella no hace caso… yo hubiera hecho eso en un dos por tres*”, alegó la tía. Leidy Ortiz, vecina, contó a A-Pin que los últimos pedazos “los partió con un cuchillo y le quedaron torcidos porque Gelito estaba desesperada con la tía encima echando cantaleta”.

*Expresión equivalente a estas: en un instante, rápidamente, en un santiamén, en menos de lo que canta un gallo, en un abrir y cerrar de ojos. «De una», entre los más jóvenes.