Madrid, España, diciembre 3 de 2009

Mientras departía con dos de sus compañeros de trabajo en la noche de ayer, el periodista Carlos Peláez tuvo un momento de vergüenza en el bar “Las Guindas” de la capital española. Justo en el momento en que uno de sus compañeros contaba la historia de cómo había logrado salir con Luisa –la compañera más solicitada de la oficina– y animado por el tono de la narración, Peláez se percató de que los vasos de cerveza estaban casi vacíos. De inmediato, al ver la silueta de un hombre que pasaba a su lado, se apresuró a tomarlo por el brazo y a ordenar, en tono impositivo, que le «pusieran» una nueva ronda. “Cuál no sería mi sorpresa –le dijo Peláez a A-Pin– cuando me di cuenta de que no era el mesero sino el tipo de la mesa de al lado, que volvía del baño a seguir charlando con su novia”. Ante las risas de sus amigos y el evidente disgusto del afectado, a Peláez no le quedó más remedio que llamar al verdadero camarero del lugar y pedirle –ahora con tono dócil– que les sirviera “unas cervecitas”. (Para A-Pin, informó M. Franco)