En un arbolito ubicado en el antejardín de su casa, a dos cuadras del Parque de Laureles, don Jaime amarra todos los días dos o tres bananos frescos con cables de diferentes grosores y colores. Las frutas son picoteadas por varios pájaros, algunos de ellos casi residentes del arbusto. En las noches, el turno es para los murciélagos. «Es para que no se caigan al piso, y los pajaritos puedan comer cómodos», aseguran en la floristería de al lado, pues don Jaime no se encontraba en casa cuando fue requerido por este diario. (Informó Juan Miguel)
Qué banano tan grande! Tiene cara de plátano…
En mi casa en Ciudad Bolívar, se colocan los bananos en la terraza clavados en puntillas que están en unas tablas, también para los pajaritos, eso cuando mi gata samara no está al acecho.