Medellín, enero 30 de 2010

En la tarde de ayer, la trabajadora social Nórida Arbeláez, de 37 años, dejó un mensaje de voz para ella misma en el buzón telefónico de su casa luego de que nadie le atendiera. “Yo sabía que nadie me iba a contestar porque mi marido a esa hora estaba trabajando”, afirmó Nórida, actualmente desempleada. El economista José Luis Arrubla, su esposo, de 29, le dijo a A-Pin: “Cuando llegamos a la casa siempre revisamos el buzón casi por inercia aunque nunca nos dejan mensajes ahí, y anoche me puse todo contento cuando me dijo la máquina: ‘Usted tiene un mensaje nuevo’”. El hombre confesó su desilusión al escuchar la voz de su esposa dejándose un saludo y deseándose ánimo en la búsqueda de empleo, actividad a la que Nórida ha dedicado los últimos dos años. “Fue lo único que se me ocurrió decir”, aseveró la mujer y explicó: “Lo que pasa es que me quedaron cien pesos de una llamada que hice de un teléfono público y no tenía a quién más llamar, y yo a las empresas públicas no les regalo un peso”. (Informó: A-Pin)