Medellín, febrero 26 de 2010

Ayer en la noche, la abogada Daniela Ortiz y el contador Fredy Ríos, empleados de una empresa exportadora de flores, se negaron a entrar a uno de los dos elevadores del edificio Porto Velo. “Cuando llegó el ascensor nos montamos y estaba oliendo a arroz con pollo, insoportable, ahí mismo nos salimos”, declaró Daniela. Según afirmó Ríos, el olor dentro de la cabina era “más complejo”: “Aparte de que había un aire a pollo, me olió a arroz chino y también se sentía un aroma a sancocho o mondongo”, precisó el hombre, quien luego agregó que Daniela había alcanzado a presionar el botón del parqueadero. “El ascensor cerró las puertas de una y se fue, entonces llamamos el otro pero no llegaba, hasta que volvió a aparecer el que estaba ensolvado*”, relató Ríos. Al final, los asalariados no tuvieron otra opción que bajar en ese ascensor, tapándose la nariz por trayectos. “Son dieciocho pisos pero no había de otra, a esa hora lo que quiere uno es llegar a la casa”, dijo la mujer. A-Pin habló con Rafael Villa, portero del edificio, quien confirmó la llegada de varios domicilios al anochecer. (Informó A-Pin)

*Ensolvado, impregnado. Del verbo «ensolvar»: expresión popular que designa la acción de alterar permanentemente el ambiente con uno o varios olores, o incluso humos, producidos voluntaria o involuntariamente.