Medellín, marzo 6 de 2010
Ayer, mientras hacía compras en un hipermercado del occidente de la ciudad, el sociólogo Jorge Arévalo*, de 30 años, se escondió para no tener que saludar a la madre de uno de sus amigos de colegio. El hecho se presentó a eso de las cuatro de la tarde en la sección de frutas y verduras del almacén. “Estaba escogiendo unos tomates cuando vi que Helena*, la mamá de Alejo Berrío*, venía por allá lejos… la verdad es que sí me da pereza saludar porque me volví muy malo para la vida social”, declaró Arévalo, quien abandonó la elección y empaque de los tomates de aliño para ocultarse en el pasillo de los granos: “Esperé a que Helena agarrara una frutas y se fuera para las cajas a pagar”, afirmó el profesional. Según dijo Jairo Yepes, vigilante del supermercado, Arévalo despertó sospechas con su comportamiento: “El joven dejó una bolsa a medio empacar y salió caminando rápido, y en el pasillo iba y venía sin mirar ni coger ningún producto”. A-Pin quiso hablar con la señora Helena pero Arévalo rogó insistentemente no ser delatado. (Informó A-Pin)
*Nombres cambiados a petición de la fuente.
Bastante común, !hasta con familiares!.
Yo siempre quedo con la impresión de que la gente de la que intento esconderme se da cuenta. Qué pena pero es que hay momentos (no tanto personas) en los que uno no quiere, como Arévalo, hacer eso que llaman vida social.
Es muy común en los profesionales de las áreas sociales que seamos pésimos para las relaciones sociales… Sociólog@ no es para nada sinónimo de sociable 🙂
Ja ja ja… Muchos nos hacemos los bobos para no saludar, pero Arévalo huyo, dejando medio empacado.