Junto a una bodega de Naranjal, en el centro occidente de Medellín, Jorge Castrillón y Alberto Londoño llenaron una botella de té verde con bolas extraídas de ratones de computador. La mayoría de las esferas son de hierro macizo y plateado, cubiertas con una capa de caucho gris, y al ser extraídas pueden ser vendidas por kilos en compraventas de chatarra, por un precio ínfimo: «Por cada kilo nos dan unos 200 pesos no más», aseguró Castrillón. Por su parte, Londoño, quien dijo que sólo estaba ayudándole a su amigo a sacar las bolas del forro, contó: «Después de un rato se siente el cansancio en la uña. Si esto fuera pa’ trabajarlo seguido tocaría usar una herramienta». Este diario calculó a ojo unos 115 mouse implicados, obsequiados a Castrillón por el dueño de la bodega: «Eso no vale nada. Nosotros les sacamos las bolas y el resto va pa’ la basura», sentenció. A su vez, Londoñó remató: «Es que estos ya son modelos muy obsoletos, ya hay unos con láser o con memoria electrónica». Al final, la botella no logró contener más bolas, se quebró en su base y fue necesario pasarlas a una bolsa. (Informó A-Pin)