Medellín, mayo 20 de 2010

Después del mediodía, a pesar de haber almorzado sopa, seco y postre en su oficina, el sociólogo Walter Vélez, de 29 años, se comió una hamburguesa con queso, tocineta, papas fritas y gaseosa. Cuando salía de Cómidas Rápidas H&P, sobre la calle Girardot, Vélez se quejó de que su almuerzo había sido “liviano”: “Desde que me sirvieron supe que iba a quedar con hambre, por eso es que no me gustan los almuerzos de trabajo”, comentó el sociólogo de 1.82 m y 96 kilos de peso, mientras caminaba de regreso a su oficina en la ONG Nutrir. Diana Cano, directora de la entidad, explicó que ha programado “almuerzos de trabajo”, porque deben formular varios proyectos antes de salir a vacaciones: “Pedimos el menú del día en el restaurante de la esquina, que viene con sopa, seco con carne, arroz… un ejecutivo clásico… con mazamorra y bocadillo”, declaró la mujer, quien desconocía que su empleado había quedado con hambre. A-Pin hizo un sondeo entre el personal de la ONG y pudo establecer que Vélez tiene fama de “tragaldabas”. “Yo no cambio mi coca por un almuerzo ejecutivo, además, con hambre no trabajo”, concluyó. (Informó A-Pin)

Esta noticia fue publicada originalmente en el periódico Universo Centro, nº10, diciembre de 2009.