Medellín, 27 de mayo de 2010

Ayer, la señora Estela Sanz corrió hacia la calle creyendo que ocurría un terremoto. El hecho se presentó en el barrio Velódromo, cuando la señora estaba en su escritorio de trabajo: “Escuché una especie de movimiento de arena, pero creí que el gato estaba jugando con mis plantas”. Según contó, se estaba dirigiendo hacia el patio, cuando vio que las baldosas de su casa se estaban levantando y el piso se comenzó a abrir. Daniel, su hijo mayor, afirma que sólo escuchó: “!Daniel, un terremoto, un terremoto!”. “Me pareció muy raro porque en mi pieza todo estaba quieto, y cuando me asomé ya mi mamá, en chanclas y sudadera, estaba afuera del edificio hablando con un señor que le estaba diciendo que no había pasado nada”. Al regresar a la casa, vieron que el piso de la sala estaba completamente desprendido, y Daniel, estudiante de arquitectura, explicó que se debía a una dilatación del piso, pues el propietario anterior había pegado las baldosas sobre las originales, lo que había propiciado el daño. A-Pin pudo constatar que, mientras se camina por la casa, se siente cómo las baldosas se van quebrando. (Para A-Pin, informó Pipapuz)