Medellín, junio 25 de 2010

Álvaro Vásquez, arquitecto de 35 años, quien hace quince días se mudó solo a un segundo piso en Envigado por su reciente separación matrimonial, le sorprendió que anoche tocaran a su puerta a eso de las nueve. “Casi nadie sabe dónde estoy viviendo. No esperaba encontrarme a un señor mayor, con un quepis azul y un bolillo en la mano presentándoseme como el vigilante de la cuadra; no tenía ni idea”, señaló.  Por su parte, Gildardo Arcila, de 58 años y vigilante del sector desde hace cinco, explicó: “No me le había presentado antes al señor porque esperé a que se acomodara; es muy maluco estar en esas y que le estén retacando a uno. Igual, él reconoció que había escuchado el pito mío por las noches”. A-Pin tuvo acceso al contenido de la breve conversación, la cual terminó con un acuerdo de pago de $3.000 por semana, pues don Gildardo aseguró: “Eso me daba la señora Yolanda y eso que ella vivía ahí con el esposo y tres niñas”. Conforme con la tarifa, Álvaro le recomendó al vigilante que prestara especial atención cuando “la casa se quede sola”. (Para A-Pin, informó Alex Barajas)