Medellín (A-Pin). Después de una larga jornada de trabajo, el comunicador social Jesús Cataño, de 36 años, llegó anoche a su casa a destapar ollas en la cocina en busca de algo para comer. Luego de examinar dos sartenes, la olla arrocera y un perol, el hombre optó por devorarse lo que quedaba de una sopa de pastas. “Estaba rogando que la gordita hubiera hecho un atún con verduras”, relató Jesús, quien trabaja como consultor. Yamile Puerta, su esposa, dijo esta mañana: “Eso le pasa por no avisar a qué hora llega, o si va a comer por fuera o no”, y agregó: “Anoche me cansé de esperar, preparé comida para mi sola, vi las novelas y me acosté a dormir. Lo que quedó fue un sobraíto mío”. Antes de salir a trabajar, Cataño admitió haber llegado con “un hambre extrema”: “Por eso me comí el poquito de sopa sin calentar siquiera”. A su vez, la mujer confesó que se dio “perfecta cuenta” del momento en que su esposo entró a la casa: “Eran las doce y cinco”, aseguró. Más tarde, en la parada del bus, el comunicador le dijo a A-Pin que, aunque le sirvió para calmar la ansiedad, “la sopa no estaba como buena”.