Medellín, noviembre 16 de 2010
Ayer, la señora Marina Tamayo descubrió que su hijo Andrés Martínez, de 9 años, sufre un choque de sentimientos cuando el microbús escolar lo recoge en las mañanas. “Apenas aparece la busetica el niño se emociona, pero cuando llega a la puerta del edificio le cambia el semblante”, declaró Marina, cuando Andrés ya iba rumbo al colegio. Doris Aguirre, aseadora del edificio donde habita la familia, informó que el afectado espera el transporte escolar todos los días a las seis y media en compañía de su madre: “Se sienta en las escalitas como esperando el día final”, dijo la mujer. Al respecto, Arturo Gómez, portero del edificio, aseguró que ha sido testigo de que Andrés se pone de pie cuando el microbús dobla la esquina, pero se vuelve a sentar en cuanto se acerca. “Es que un día me dejó el transporte, entonces me parece muy bueno ver el bus pero ahí mismo me da pereza ir al colegio”, afirmó Martínez, quien según conoció este diario ha tenido bajo rendimiento académico en las últimas semanas, pero una excelente disciplina. (Informó A-Pin)
Bueeeno… Entonces porque no lo ponen de aprendiz en alguna de las rutas de buses de Manrique.