Medellín (APin). Once minutos esperó ayer Antonio Correa, de 42 años, a que le tomaran el pedido en la Heladería Ocasiones, en el barrio Guayabal, suroccidente de la ciudad. De acuerdo con Correa, actualmente desempleado, el hecho se debió a que acudió solo al lugar: “Con mi señora o alguno de mis hijos eso sería imposible, ellos llegan a cualquier parte y quieren que ahí mismo se desvivan por atenderlos”. APin habló con Clara Mejía, esposa del implicado, quien aceptó que la paciencia no es lo suyo: “Una se mantiene muy ocupada como para esperar que les dé la gana de atenderla”, y agregó que la actitud de su marido es normal porque “como no gasta afán”. Sin embargo, Alejandro Vásquez, especialista en estudios de comportamiento, la contradice: “La espera es un acto extraordinario en nuestros tiempos, estamos en la era de las prisas; la tendencia es que si el mesero no llega a los dos minutos de haberse sentado el cliente, la gente se va”. Testigos informaron que mientras Antonio esperaba bostezó varias veces, se hurgó las orejas y recogió una chuchería del suelo. (Informó GloriaE)
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