Medellín.

Casi diez pasos después de haber pasado frente a la tienda de doña Margarita Isaza en el barrio San Javier, el filólogo Raúl Aristizábal se detuvo en seco y decidió devolverse a comprar un bolis*. El hecho ocurrió ayer cerca de las 3 de la tarde, y según estableció A-Pin, se debió más a la nostalgia que a la sed: “Hay palabras que evocan mundos, y para mí la palabra “bolis” es pura infancia y me transporta a esos días de travesuras y juegos en la calle”, declaró Aristizábal, de 43 años, docente del área de Español en el Liceo La Independencia. En efecto, junto a la ventana de doña Margarita había un letrero escrito con marcador en el que se podía leer la frase “Bolis a 300”. “Los niños compran más, aunque ahora piden mucho Bonáis**. Pero no falta el viejón que pide su bolis y hasta me pone tema: que hace años que no se tomaba uno, y cosas así”, explicó la dueña del establecimiento. Aristizábal aseguró no haber probado uno en más de quince años, y tras dar una chupada a su bolis, de un intenso color verde esmeralda, comentó: “Y lo mejor era que antes uno sí creía que era de limón”. (Informó A-Pin)

*Bolis, pepito, sabalito, hielito, bollo: helado de agua saborizada y tinturada de forma artificial, empacado en bolsitas.
**Competencia industrial del bolis, que lo tiene en riesgo de extinción.