Medellín, noviembre 16 de 2009

Ayer durante el almuerzo, el profesor universitario Néstor Aldana, de 58 años, y su hijo Sergio, de 20, le preguntaron a la quinceañera Salomé Gómez, amiga de la hija menor de Aldana, que si no se iba a comer el chicharrón que tenía intacto en el plato. “¡Qué falta de educación! Los dos eran pendientes del chicharrón de la invitada, como si no supieran que hay gente que deja la carne para el final”, se quejó Olga Cano, madre del hogar. Sergio, amante del chorizo*, explicó que los ademanes de Salomé demostraban que ya estaba satisfecha: “Dejó el chicharrón ahí abandonado”, afirmó. Néstor apoyó la versión de su hijo y, tras beber un poco de jugo de mora, agregó: “La niña ya había separado el plato de su esfera íntima y si usted conoce un poco de lenguaje corporal, eso traduce: ‘No quiero más’”. Por su parte, Salomé, dejando ver una sonrisa, se declaró “de confianza” para la familia: “y la verdad es que no me gustan mucho los fritos”, aseguró. A-Pin pudo comprobar que Olga repartió el chicharrón entre su esposo y el hijo varón cuando las jóvenes llevaban los platos sucios a la cocina.
*Hace algunos meses, Sergio Aldana fue nombrado “Catador de chorizos” por su grupo familiar. Lea la nota aquí.