En un paradero de buses hace su aparición este palomo. Nos queda difícil saber si es macho o hembra. Pero es todo gris, con unas cuantas plumas negras en la cola y otras blancas renegridas en el lomo. Camina solitario, en dos patas cortas y peladas, picoteando a media tarde por los andenes de la avenida Oriental con La Playa, en el centro de la ciudad.
Tiene algo de espigado y mucho de atrevido, y parece sentirse a gusto entre los pies de decenas de transeúntes. Sólo se desvía un poco de su camino si algún niño lo persigue. Como Ánderson, que vende galletas y disfruta haciendo volar palomas, o como Sebastián Rúa, que se rezaga de su tía sólo para corretearlo y hacerle pasar un susto.
El palomo come migas de galleta y restos de cosas sin nombre escondidos entre los empalmes y las grietas de los adoquines. Y sigue su camino, siempre de frente, hacia delante, con ese movimiento repetitivo de levantar el cuello unos treinta grados y volver a aterrizar con su pico contra el suelo, contra el alimento, contra nada también a veces.
Ahora sube a saltitos, uno, dos, tres escalones del edificio Vicente Uribe Rendón, pero la cercanía de un perro vigilante y su jefe lo hacen desistir del avance. Media vuelta y otra vez en el andén, a salvo entre peatones presurosos.
Con paciencia, se abre paso hasta el frente de una pizzería y se da un banquete de harinitas, pequeños restos que no alcanzaron a convertirse en masa y que escaparon por las hendijas de las cajas mientras iban de la vitrina a la moto del mensajero.
El ave debió llenar el buche, porque alzó el vuelo después de un minuto y desapareció entre los árboles. Mientras tanto, otras palomas, junto al puesto de frutas y salpicón de Raúl Otero, se daban un banquete líquido de sandía y papaya regadas en el suelo. Por ellas vendrá luego este palomo, si es que algo de sobremesa le ha faltado.
Medellín, diciembre 11, GloriaE
Ayyyyyyyy, pero qué belleza!!!!!!!
Muy bueno este cuento, lastima que sea con palomas (ratones voladores). Hubiera sido mejor observar las tortolas, pero para nuestra desgracia las palomas son mas comunes en esta ciudad.
Me gusto mucho, otra visión de la realidad.
A mi tambien me gusto.. lindo, como estara el palomo?
Ayyy pero qué bacano Maruja, jeje
Pancracia, palomas y tórtolas, la misma familia de aves urbanas, vivimos con ellas y hay quienes aseguran que los habitantes de las urbes han tenido por años un pacto inconsciente con ellas 😉
Gracias, Abril, la idea es esa: mirar distinto y mirar cosas distintas.
Lulo, tenemos entendido que el palomo, tan difícil de rastrear, vuelve juiciosamente por el sector a buscarse su alimento. Me hacés pensar: ¿Sería que faltó ponerle un chip para hacerle seguimiento? jeje
¡Saludos!
Que oportuno, los palomos tambien tienen oportunidades de ser importantes je je