Había una vez una niña que tenía que moler maíz todos los días antes de irse para la escuela. Esa niña se llamaba Noemí Pérez y así le ayudaba a su mamá a hacer las arepas hasta que pasaron los años. La niña creció, se convirtió en una mujer hecha y derecha, y conformó en 1954 un hogar con su novio de toda la vida, el joven Jesús Ángel Jaramillo.

Doña Noemí y don Jesús tuvieron entonces diez hijos y también mucho menaje y electrodomésticos que empezaron a formar parte de la familia. Y es tanto el cariño que la señora le tiene a sus aparatos y utensilios, que se niega con frecuencia a renovarlos, como ocurre con una olla a presión que tiene hace 40 años. Dice la leyenda incluso, que doña Noemí Pérez se rebotó cuando su hijo Ramiro, quien vivía en Ibagué, le llevó de regalo un televisor más grande que el que tenía. Cuentan sus hijas que cada vez que lo prendía, Noemí alegaba que se veía mejor en el de 14 pulgadas, así el nuevo tuviera 21.

En 1982, su esposo le obsequió una máquina de moler marca Corona, de las finas, de la empresa Landers “Mora”, adquirida al parecer en Almacenes Éxito por 13 mil pesos. Fueron 23 años, hasta 2005, que la máquina trituró carne y molió maíz para arepas y natillas. Aunque estaba acabada y fea, doña Noemí siempre sostuvo que bien lavada, con cepillo de cocina, la máquina todavía podía moler sin largarle mal sabor a la comida, pero Gudiela Jaramillo, una de sus hijas, afirmaba que ni riesgos utilizar ese armatoste oxidado, que hasta podía darles una infección.

La máquina estuvo semi escondida debajo del poyo de la cocina durante los últimos cinco años y ni el Picatodo de Gudiela pudo reemplazarlo, ya que Noemí se quejaba porque los alimentos perdían sabor en ese aparato eléctrico. El tema se tocaba poco hasta que la vieja máquina de moler salió a la luz familiar el 13 de diciembre  pasado cuando se cambiaron de casa. Durante el trasteo, Cémida Jaramillo, hija de Noemí, le dijo a su madre que le iba a regalar una máquina pero la doña se negó a botar la vieja hasta no tener en sus manos la nueva adquisición, que llegó por fin el domingo 3 de enero.

Ese día fue un verdadero evento, todos se sorprendieron cuando sacaron la máquina de la caja porque brillaba mucho y ahí mismo despulparon una libra de solomo para estrenarla. Molieron felices la carne y la congelaron. Fue tanto el entusiasmo, que Xiomara, Felipe, Gudiela, Cémida, Manuela y otros miembros de la familia terminaron haciendo fila para darle manivela a la máquina, de 45 mil pesos, contagiando de alegría a doña Noemí, que en ese momento ya había sacado a la basura el vejestorio oxidado.

Medellín, enero 7 de 2010. Rule.

Aquí, algunas fotos tomadas por la joven Manuela…

XIOMARA TERMINA DE INSTALAR LA MÁQUINA

Xiomara termina de instalar la máquina de moler

PRIMER PEDACITO DE CARNE QUE SALE DE LA MÁQUINA
Primer pedacito de carne molida que sale de la máquina

GUDIELA…
Gudiela estrena la máquina

FELIPE, HIJO DE GUDI…
Le toca el turno a Felipe, hijo de Gudiela

CÉMIDA MUELE…
Cemida es la última en moler