Por: Nicolás Otero Santos
Lo peor cuando uno monta en bus o en Metro -y me imagino que así será también en el Transmilenio y en el MIO, en Bogotá y Cali- es la posibilidad latente de tener que ceder el puesto en cualquier momento, y muy probablemente, en el momento en el que uno más cómodo está. Esa posibilidad acecha de la misma manera como un león vigila silencioso los movimientos del venado que en pocos minutos va a devorar. Uno está sentado, despreocupado, y de repente, en cualquier parada o estación, aparece la fiera y uno debe salir despavorido y dejar su puesto para que lo ocupe otro, es decir, uno es asesinado, cazado, en este caso por el anciano, la mujer embarazada o el discapacitado. ¿Cuál es el camino a seguir en estos casos?
Durante un tiempo tomé la decisión de no sentarme, incluso habiendo en el vagón o en el bus varios asientos disponibles. Y es que hay una sensación que no soporto, un momento que se hace eterno, y es el de levantarse, llamando la atención del resto de pasajeros, para entregar el puesto. No quiero sentirme el inspirador de frases que se dibujan en la mente de las personas como “Todavía quedan caballeros” o “Qué buen ciudadano”. Prefiero pasar rastrero, de bajo perfil. No quiero ser el centro de atención ni siquiera por ejecutar la buena acción de ceder el puesto. Por eso decidí, aún a sabiendas del menoscabo de mi comodidad y postura, no sentarme para no pasar por esta situación.
Sin embargo, viajar en transporte público es mi pan de cada día y tuve que reorganizar un poco mi estrategia. Así que implementé la peor opción, que si hubiera sido exitosa esta columna se llamaría “instrucciones para no ceder el puesto”. Durante algunos días lo que hacía era sentarme y desentenderme, asumía una actitud de bobo simplemente para no ceder el puesto jamás. Para esto, lo principal es ser un cara dura y clavar la mirada en un libro, así no se esté leyendo, o hacerse el dormido, o para ser más temerario aún, poner cara de enfermo. Debo confesar que tras varios días esta estrategia se fue al piso, y al final, terminaba sucumbiendo ante la presión de la cultura metro y cedía el puesto, convirtiéndome en lo que no quería: un fugaz centro de atención y buen ejemplo ciudadano, ¡no!
Por todo esto es que estoy implementando un nuevo comportamiento. Se trata de ceder el puesto sin avisar, lo que es verdaderamente una estrategia basada en alejarse de prisa para evitar la molestia. Lo primero es sentarse si hay sillas desocupadas. No hay que dudarlo: si hay silla, siéntese (A no ser que usted se haya montado al vehículo con algún depredador de puestos). Una vez usted esté instalado, lo único que tiene que hacer es estar muy pendiente, como un venado alerta, sigiloso porque apenas vea una fiera disfrazada de anciano, mujer embarazada o discapacitado, debe pararse de un solo movimiento y caminando rápido, retirarse de la silla, sin ni siquiera mirar hacia atrás. Es más, cuando el bus o metro para en la estación y usted presiente o sospecha que entre toda la gente que va a subir al transporte, puede aparecer algún depredador, es mejor adelantarse a los hechos y salir despavorido de una vez. Cabe anotar que a usted no le importará quién ocupó su puesto, eso es lo de menos, lo valioso es que usted ya se liberó, ya no lo van a mirar con ojos juzgadores ni se va a sentir presionado, ni va a ser el centro de atención: usted dejó el puesto antes de tiempo en un acto de libertad que le permitirá ahorrarse instantes incómodos.
A mçi me ha funcionado lo del libro. Palabra.
Jejejej, pues ami la táctcica de hacerme el bobo me ha resultado de maravilla, aunos audífonos también son de gran ayuda. «Lo principal es ser un cara dura y clavar la mirada en un libro», sí señor.
Ah, la forma correcta es «A no ser que usted se haya montado al vehículo con algún depredador de puestos», en lugar de «A no ser de que …»».
Lamento mucho Nicolás que te sientas comprometido a ceder el puesto cuando hueles a la fiera. A mí sí me gusta leer y lo aprovecho, no para evitar a la fiera, sino para leer. También me gusta dormir e igualmente lo hago para dormir (con babas incluidas). Pero todo lo que dices es comprensible. Mi único temor es que esa fiera disfrazada venga acompañada de un bachiller con uniforme que te obligue. Ahí sí: qué horror ser el centro de atención (y qué lástima no haberle hecho caso a Nicolás).
Lo malo de la táctica de hacerse el bobo, en cualquiera de sus variantes, llámense la del durmiente, la del melómano, la del lector, es que puede ocurrir algo catastrófico para quién guste del perfil bajo, como Nicolás: ser obligado a salir abruptamente del ensimismamiento y a tener que ceder el puesto, ya por un bachitonto, ya por la presión de la misma gente, sometiéndose así a ser un centro de atención mucho peor: ejemplo de mal ciudadano, ejemplo de bobo al que se le puede obligar a actuar en contra de su voluntad fácilmente, ejemplo de fracasado a quién le fallan sus torpes ardides para salirse con la suya
Estoy absolutamente de acuerdo con Aquivaldo.
Genial descripción, es algo que vivo todos los días. También faltó hablar de los que se sienten «culpables» a medias y no ceden el puesto sino que reciben bolsos, carpetas y bolsas traiga la fiera. La sensación cuando uno no se levanta, y al lado está de pie una señora con las características de «fiera», eso no se lo deseo a nadie, también siento envidia por quienes se levantan de inmediato, sin pena ni temor a ser focos de atención. Por eso, mi sugerencia es tener musiquita o radio y ubicarse en la ventanilla, así disimula uno más fácil……
Yo normalmente suelo ceder el puesto, hacerse el bobo… no funciona, y es mejor no hacerse el bobo, por que como dicen por ahí depronto se queda así. La mejor formula es en definitiva no sentarse, aunque cuando uno sabe que el viaje es largo y se ah tenido un arduo día de trabajo… no hay culpa que valga, así se monte una anciana embarazada, con una pierna quebrada y un niño en brazos…
¡Excelente el artículo!
No falta el «caballero» que está de pie y casi que ordena que une se levante. ¿Haría él lo mismo si estuviera sentado?
Lo peor es que estas «fieras» ni siquiera agradecen cuando uno les «cede» finalmente el puesto. Parece que tuvieran derechos adquiridos.
Solución: destinen un vagón solamente para estas personas. Así no siente uno que está usurpando territorio.
Una anécdota, algún día hable de ese tema con una tía y ella me respondió: «A mi no me gusta que me cedan el puesto, es que yo no tengo pies o que! para mi es como un insulto», me dijo la tía con unos 60 años de edad. Esa posición derrumba todo, no sintamos más pena !!!
Lo que yo hago cuando estoy en un transporte público es andar con audífonos. Cuando aparece la fiera queriendo desplazarme del puesto la miro a los ojos y sonrío pero no le cedo el puesto, después de esto no la vuelvo a mirar y subo el volumen, si alguien me dice algo le respondo con mucha educación que tengo un pie malo, una uña enterrada o algo así. Pero eso si, no cedo el puesto ni cargo bolsos ni nada… prefiero pasar por mala persona.
Muy buena columna y buena estrategia. Aunque a mi no me molesta tener que cederlo en el momento, a menos que este cansada o vaya leyendo.
jaja, yo he usado la del bobo en especial, tambn la del dormido, el enfermo y ya, la del libro es desesperante jaja
Siempre me duermo, profundamente me duermo, dejo boca abierta y todo!!! La del libro… emmm… cuando quiero leer, pero aparece algún incauto, haciéndose el que le interesa lo que estoy leyendo y empieza a hablar de libros de autoayuda y yo hago cara de enferma.
Amo a mikibastar!!! jajaja!!!! esa es la actitud!!! Tampoco cargo bolsos, no me gusta!
excelente articulo, tonos de sarcasmo, ironia, analogias, realidad, y la manera como se relata.. el pan de cada dia,, en cualquier parte de latinoamerica..
saludos desde venezuela, caracas
QUE MALPARIDOS.. A KI SI ME GUSTA CDER EL PUESTO, OJALA Y ALGUN DIA ESTEN CON CHURRIAS EN UN VAGON DELK METRO, O POR AHI COJOS O ENGUAYABADOS …AHGI SI LOS VERE ROGANDO POR UN PUESTICO, Y AHI SI…A PUTEAR AL AQUE SE HAGA EL DORMIDO, SE POMNGA A LEER O SE HAGA EL LOCO….HIJUEPUTAS….