Por: Nicolás Otero Santos.

Decenas de cartas he recibido solicitándome directrices claras para ese momento clave después de una ducha: el secado. Y es que los bañistas que no aplican un método definido suelen sufrir las consecuencias del secado mediocre, como los hongos cutáneos, o padecer la humedad y sensación de frío eterno de un secado improvisado y sin esmero.

Antes de enumerar los pasos, hay que hablar de un procedimiento fundamental. Si usted lo olvida, al terminar su baño, se verá en la obligación de protagonizar el acto ridículo y humillante de gritarle a algún familiar que le lleve la toalla. O tendrá que salir en cueros a mojar toda la casa. Así pues, el paso cero, la regla primordial e inalterable de un secado decente empieza con entrar la toalla al baño.

Paso 1: Una vez termine el baño y haya quitado las soluciones jabonosas de su piel, cierre la llave, o las llaves, si es de los que mezcla temperaturas. No conviene empezar el secado cuando aún sale agua de la ducha.

Paso 2: Disminuir el agua de la cabellera. Si es hombre, sacuda la cabeza por algunos segundos. Si es mujer, amárrese la segunda toalla a la cabeza, como sólo usted sabe hacerlo.

Nota importante: La mujer debe aprovechar para secarse la cara con la segunda toalla. Si no tiene toalla adicional para la cabeza, está capacitada para ejecutar la opción masculina.

Paso 3: Sacudirse el agua. Abárquese la frente con la palma de la mano y deslízela hasta la barbilla, sacudiendo el agua. Las palmas de las manos son las únicas herramientas de este paso, por eso debe utilizarlas lo más abiertas posible. Ponga ahora su palma derecha en el omoplato izquierdo y arrástrela hasta la mano, sacudiendo el agua. Haga lo mismo en el otro lado. Ubique sus palmas en los pectorales respectivos: lleve la palma derecha hacia abajo, rozando la piel con un movimiento seco y rápido, al estilo karateca. Después la izquierda. La misma técnica se aplica en muslos, piernas y espalda. El objetivo es retirar la mayor cantidad de agua posible sin usar la toalla.

Nota importante: Entre menos mojada quede una toalla después de secar un ser humano, menos posibilidades tiene de empezar a oler a húmedo. El buen bañista cuida los detalles.

Paso 4: Antes de tomar la toalla, pegue un par de brincos para que las gotas gruesas terminen de abandonar su cuerpo, y mientras da los pequeños saltos, mueva los pies como hace un futbolista antes de empezar un partido. Los músculos estarán gustosos de calentarse un poco.

Paso 5: Aparece la toalla. Acérquela con fervor al rostro y seque. Proceda con el resto del cuerpo. Aquí hay libertad, puede empezar de arriba hacia abajo, o por el vientre. Cuando vaya a secar la espalda, tome la toalla por los extremos y tire las manos hacia atrás, llevándolas a la derecha y a la izquierda. Con este movimiento, y un buen manejo de brazos, puede secar incluso las nalgas y parte trasera de los muslos.

Paso 6: Secar esos lugares del cuerpo donde nunca pega el sol. Para lograrlo, aconsejo usar una toallita delgada y pequeña, de 20 cms x 20 cms, que llegue con propiedad a esas zonas. Si no cuenta con la toallita, aconsejo prestar especial atención y secar con la toalla normal. Conviene producir viento agitando la toalla, lo que ayudará a secar esas partes preciadas y vulnerables.

Paso 7: Salir de la ducha. Si tiene un tapete afuera, no dude en posar allí sus pies mojados. No hay mejor placer que no tenerse que agachar a secarse las plantas de los pies. Si no hay tapete, debe agacharse y secar muy bien los espacios entre los dedos. Luego amarre su toalla como le convenga, al estilo falda larga o vestido de gala, y salga del baño.

Paso 8: Refuerzo. Una vez esté desnudo en su cuarto o vestier, vuelva a pasar la toalla por los sectores que aún siente húmedos. Y ventílese, el aire también seca.

Recuerde que un buen secado define un buen día. Espero que estos pasos le hayan servido, querido lector. Siga enviando sus cartas, que en la medida de lo posible, analizaré los temas que me proponen.

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