Sábado
Cinco y media de la tarde
Fin del culto en un salón de los Testigos de Jehová
De la iglesia empiezan a salir hombres, mujeres y niños
Ropas sobrias y largas
Cabellos recogidos
Libros en la mano
Entre ellos
Leonardo Rivera
De unos 35 años
Que además de la biblia lleva un portafolio
Zapatillas negras de cordón
Camisa blanca y corbata azul.
*
Afuera todos hablan
Los bordes de las jardineras que rodean el templo se llenan
Los más pequeños corren
Casi nadie deja inmediatamente el lugar
Leonardo saluda aquí
Se despide allá
Con la biblia bajo el brazo
Da la mano y dice adiós
Unos pasos y termina de cruzar el patio hasta la reja que da a la calle
Allí, como si entrara en otro mundo
Procede a despojarse de su corbata.
*
Aún al frente de la fachada
Caminando
Sin guardar la biblia
Se afloja el nudo despacio con la mano derecha
Levanta el mentón y jala
No lo suficiente
Entonces se detiene
De pie, el portafolio entre sus piernas
Se ayuda con la otra mano
Y con la cabeza hacia los lados
El nudo corre un poquito más
El hueco ahora es más grande
Y Leonardo empieza otra vez la marcha
Haciendo el primer intento de pasarse la tira por la cabeza.
*
No está de afán,
Es lo que dice
“Es que está haciendo mucho calor”
«Adentro hay ventiladores,
entonces da mucha fresca”
Pero afuera es otra cosa.
Además va para el centro
“A comprar unas cosas,
y allá con tanta gente más calor hace”.
Leonardo para de nuevo
Abre el maletín y guarda la corbata sin doblarla
ni enrollarla.
*
Ningún otro testigo de los que asistió al culto
Se vio haciendo lo mismo
Todos caminaron juntos
Dispersos, solitarios
Con sus corbatas puestas
Hasta perderse al cruzar la esquina.