Sentada sobre un banquito
Al borde de una acera de la calle Colombia
A doña Lucía provocaba preguntarle
Por el resultado de la lotería
Por minutos de celular
O simplemente la hora.
Pero ella no estaba ahí para eso
Ni para hacer pasatiempos
Ni para esperar a nadie
Y mucho menos para contar carros
Sus ojos puestos en la chaza azul
Al otro lado de la calle
Con un sol inclemente
Calentando latas y cigarros.

“Yo le tengo una sombrilla
pero como las ventas están tan malas
no paga ponerme a armarla”
Sin pararse
Detenida bajo la sombra de un edificio
Lucía dueña y vendedora
No le quita la vista al negocio
No falta el que así sea por ocio
Le eche mano a un paquete.

“Cuando alguien arrima,
paso”
Despacha y vuelve a su butaco
“Nunca ha pasado nada
porque ya saben que uno está pendiente”
Pero de pronto en un descuido
Pierde mecato a manos
De un aventajado estudiante.

Es el cruce con la carrera 41
A una cuadra de la Placita de Flórez
Sector colegial y universitario
Con tantos vehículos como peatones.
Arrastrar la chaza no debe
El mejor punto es la esquina
Ahí el sol pega mañana y tarde
Pero todos pasan seguido.

“La ventaja es que por esta calle
los carros pasan despacio”
Doña Lucía se para y cruza
Otro cliente para atender
“¿Y las chocolatinas se le derriten?”
Pregunta ávido el reportero
“Las tengo guardadas adentro”
En el cajón encerradas
“Porque lo que más llevan es chicle
y cigarrillo menudiao’”.