Por Tiberio Arroyave.

Un lector me recrimina que no hago sino quejarme. Le voy a dar gusto y voy a escribir sobre lo que me agrada.

Lo que más me gusta quizás es vivir cerca del trabajo, creo esto surgió cuando en mi primera escuela mi madre logró el permiso para salir a la hora de la media mañana y tomar mi refrigerio en casa. Adoro las escuelas y me he quedado en ellas toda mi vida. Me gustan las maestras cariñosas que lo miran a uno a la cara y le hablan claro. Me complacen los libros con imágenes y letra grande, que digan mucho con pocas palabras y que no repitan tanto. Me fascinan las bibliotecas públicas con sus lectores silenciosos y sus libros siempre listos, su luz clara y su duración mayor a una simple vida. Creo que lo que más disfruto es estar en casa y no termino de entender a los viajeros que consumen sus ahorros de años en viajes con grandes preparativos, costosos pasajes, trámites engorrosos, fronteras, peajes, aduanas, hoteles para regresar a casa con fotos o baratijas que les llenas las horas muertas. Me agrada mucho entender cómo funciona, cómo se hace, cuánto dura, cómo se arregla. Me enamora la gente sencilla que pronuncia su nombre con timidez y sonríe cuando le pregunto cosas.

No debería haber calles o caminos sin árboles y los que me emocionan vivamente son los que huelen bien al finalizar la tarde. Creo que los mejores vecinos son los que sacan disculpas para venir a conocerme y se convierten en amigos de toda la vida. Me complacen mucho los patios y sería capaz de pasar el resto de mi vida en un solar con plantas e insectos, con ardillas y pájaros. Creo que prefiero a los animales que a ciertas personas y sé que he pasado más tiempo hablando sobres mis perros de toda la vida que sobre mis mejores amigos o los grandes autores que leo. Prefiero a un ser humano que relate bien un cuento a un encumbrado político que maneje las llaves de la ciudad pero no responda por sus actos.

Me atraen los candelabros, las puertas, los ceniceros, las aldabas, las bisagras y una olla de barro me parece un invento sublime. Tengo muy buenas relaciones con las sillas, las escaleras y las alfombras pero mis preferidos son los balcones y las terrazas. En alimentos prefiero las sopas y no dejo de maravillarme con el feliz invento de las cucharas. De todos los deportes prefiero el ejercicio vano de describir los colores del cielo y el destino de la especie sobre esta tierra que amo y que pareciera que no merecemos.