Por Blimunda Pedrero.

Como miembro activo del privilegiado grupo de mujeres que aún superando la barrera de los treinta pueden seguir usando tenis y zapato informal con cordones sin ser mal vistas y en desarrollo de su trabajo cotidiano, defiendo el derecho innegociable a quitarse los tenis sin desamarrarlos.

Nadie puede decir que atar y desatar cordones sea un acto placentero. Seamos claros, de niños es quizá una de las cosas más difíciles y qué más pereza nos produce. Qué placentero sería que aún de adultos pudiéramos hacer el gesto de millones de pequeños en el mundo que simplemente estiran su pie con el cordoncito colgando para que un diligente adulto se incline lo suficiente y lo ate.

Pero no estamos para caprichos después de viejos y al menos nos queda la satisfacción de que, si bien no podemos salir a la calle con los cordones sueltos (siempre habrá alguien que se toma el trabajo de denunciarlos y presagiarnos una terrible caída), sí podemos regresar a casa y quitarnos el calzado con una pequeña fuerza ejercida por un pie en el talón del otro. Un esfuerzo mínimo facilitado por las leyes de la vida: mientras que el primer zapato se quita con el otro puesto, lo que permite tener mayor fuerza aunque menos agarre; el segundo ejemplar se quita con una presión más suave y con el mejor enganche de unos dedos libres, aún cuando estén protegidos por medias.

Que se dañan los zapatos, que se arrugan, que duran menos, me dirán. Pero son cosas, bienes materiales. Al inclinarse, en cambio, es su columna vertebral la que está en juego, su espalda. Incluso he sabido de personas que al agacharse para este menester han sentido mareos, vértigo y dolores de cabeza. De tal manera pues que nada más saludable que una vez sentados, con la espalda recta, proceder a sacarse los zapatos como si fueran mocasines, y cuando se los vaya a volver a poner simplemente tómelos en sus manos, esté de pie o sentado, y desátelos cómodamente, jalando cada curva del cordón hasta que la boca del zapato quede con el ancho exigido para que su pie entre.