A pesar de que hacía varios minutos Juan Diego Ramírez, de azul y jugando con las fichas blancas, tenía la posibilidad del mate en una jugada, su falta de destreza, como él mismo lo confesó, hizo que tardara tres movimientos más para ganar la partida. A-Pin acompañó los instantes finales del encuentro, que tuvo lugar en el barrio Guayabal, sur de Medellín.
Transcurridos tres cuartos de hora de la partida entre Juan Diego y Orfeño León Restrepo, en el zaguán de la casa de éste último, Albeiro y Hugo, hacían las veces de espectadores mientras esperaban el final para apoderarse del tablero. “Aquí aguantamos un poquito el sol pero no importa”, declaró Albeiro, cubriéndose la cara con la mano.
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Cuando todavía ninguno de los jugadores se perfilaba como ganador, Juan Diego, jubilado del magisterio, había cazado pocas fichas de su contendor. “Todos somos muy marranos”, reconoció después el maestro.
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Perdida la oportunidad de eliminar a don Orfeño rápidamente, Juan Diego se esforzaba por concentrarse en medio de los murmullos de los asistentes. Entre ellos, doña Mary Blandón, quien, al ser consultada sobre si estaba esperando para jugar, afirmó: “No, yo el ajedrez lo entiendo pero no lo juego”.
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Minutos previos a su derrota, don Orfeño acumuló un peón más de su contrincante. “Toda la vida he cogido las fichas así en la mano”, dijo. “Nunca pone una en la mesa, es como aferrado a las fichas que se come, para que no se las quiten será”, agregó en tono jocoso Ignacio, otro jugador expectante.
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Desesperado por el retraso en la finalización de la partida, y cuando el sol ya había sido ocultado por una nube, Albeiro se acercó al tablero. “Hágale pues hombre, hágale”, susurró entre dientes justo antes del último y vencedor movimiento de las blancas.
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Los contrincantes
Orfeño: camisa blanca, dueño de casa y de los tableros
Serio mientras juega
Hablantinoso y didáctico cuando observa.
Juan Diego: de azul cielo
Jugador modesto y visitante asiduo
Aunque no los sábados
Y uno que otro día de lluvia.
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El último movimiento: La oportunidad de desahogarse y empezar una nueva partida. Vea a continuación el momento en que Juan Diego se entera de que tenía la partida ganada hacía rato.
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Juego, ciencia y experiencia
Entre hombres jubilados
Orfeño, Diego, Albeiro, Ignacio, Hugo
Y Fernando
Llamado ‘el jefe de la cuadrilla’ por ser el más joven.
Unos ven y otros juegan
Unos juegan y no ven
Pero todos
De lunes a viernes
De dos a seis de la tarde
En la casa de Orfeño
Que a todos les dice “maestro”
Dos tableros dos mesas cuatro sillas
El muro del corredor como tribuna.
Brutal… El atanasio del ajedrez… Que buena cotidianidad, y eso pasa… Uno tiene la victoria asegurada pero se pone a dar vueltas por miedo a equivocarse… Irónico.
Saludos
Excelente noticia! peculiarmente me me gusta mucho el ajedrez, seria bueno debatirse una o dos partidas con estos maestros =)!
¡Hola Goper y Andrés! Parece que hemos dado con dos buenos jugadores de ajedrez. ¿Una partida o qué?
Saludos.