Armando Quintero Londoño es de los que siempre dan respuestas ampliadas. Que el barrio Los Libertadores está al oeste de Cali, que enseguida está San Cayetano y más arriba San Antonio; al otro lado, Miraflores y pasando la carrera 15, Alameda. Con su botella de cerveza se fue acercando, locuaz y ameno, a dar detalles y acompañar el fin de la tarde de un miércoles lleno de brisa. Cuentos y chistes, indicaciones de rutas y destinos, otra cerveza y Cali como la palma de su mano. De repente, con un fondo de boleros de la discoteca Juancho, el tema del fútbol salió a flote y su relato se hizo cada vez más interesante.




UN CALEÑO EN PENSILVANIA

Armando nació en Cali, pero de padre caldense, terminó haciendo la secundaria con los Hermanos de La Salle, en el colegio Nacional de Oriente de Pensilvania, municipio cafetero y frío, ubicado a 148 kilómetros de Manizales. Años después volvió a su tierra, al barrio Miraflores, donde abandonó el balón y, más tarde, se dedicó al I Ching.

Amante de los libros y la música, Quintero se declaró aprendiz de letras de poemas y canciones, y recitó casi completo un texto que es ambas cosas. Cuando al final no supo qué seguía después del verso: “Conserva la paz con tu alma en la bulliciosa confusión de la vida”, le pidió al encargado del bar, en voz alta y desde afuera, como se le dice a un amigo de infancia: “Poné Desiderata”.

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Lugar de la entrevista, en una esquina del barrio Los Libertadores, de Cali. A pesar de llamarse discoteca cuenta apenas con tres mesas y un espacio aproximado de un metro cuadrado para bailar.